Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

lunes, 27 de marzo de 2017

El telón de fondo: la mano invisible del autor/a

Esta es la segunda y última parte de las reflexiones sobre el trasfondo de una historia tanto desde la perspectiva de autor como del lector. Podéis leer la primera parte aquí.

¡Lyra al habla!

En antropología tenemos una larga trayectoria sobre teorización de la escritura. Sí, sí, tal y como suena, nos comemos el coco pensando en cuál es el mejor método para plasmar nuestro trabajo, puesto que trabajamos con personas. Pero, y ahí está el quid de la cuestión, nosotros también somos personas. Tenemos nuestras inquietudes y predisposiciones, muy distintas a las del Otro. ¿Cómo podemos estar seguros de que tal autor no ha tergiversado un discurso involuntariamente porque desde su perspectiva ha sido incapaz de comprenderlo? La disciplina se ha tenido que enfrentar a esta y otras muchas preguntas durante casi dos siglos.

Dado que no estoy aquí para explicaros las peleas y entresijos antropológicos, apliquemos lo que han aprendido de sus meteduras de pata a nuestros intereses. He de destacar que no estoy formada en otros ámbitos como la filosofía, la historia o la lingüística, que quizá lo hayan conceptualizado de otros modos.

Clasificamos el discurso de las personas de tres formas distintas: lo que la gente dice, lo que la gente hace y lo que la gente dice que hace. Con este simple esquema ya os he dado todas las pautas del artículo. Podéis dejar de leer aquí si lo habéis entendido solo con eso.


Pongamos un ejemplo simple. Una persona xenófoba dice que las personas inmigrantes vienen al país a quitarnos el empleo, que habría que priorizar bajar el paro de los oriundos y devolver a los que se pueda por si perpetran actos de terrorismo. Al mismo tiempo, lo que hace es contratar a una persona inmigrante para el servicio doméstico o el cuidado de sus hijos. Y como justificación, dice que lo hace porque esta persona contratada es trabajadora, no como los demás, que necesita el dinero para su familia y no procede de países en guerra. Detrás habrá otras razones como que no haya encontrado personas no inmigrantes dispuestas a realizar el trabajo o que le salga más rentable pagar un sueldo en negro a alguien en situación de irregularidad. En cualquier caso, en esta esquematización podemos comprender un poco mejor el pensamiento de este individuo.

¿Veis adónde quiero llegar? Las personas somos contradictorias, casi diría que inevitablemente. Estoy convencida de que este caso, y otros muchos, se os vendrán a la mente a la hora de evaluar la actitud de una persona, respecto a lo que dice, cómo lo aplica y cuál es el trasfondo para que actúe de tal modo. Este último punto es el más importante, porque no consiste solo en excusas para su comportamiento, sino en expresar la interpretación desde la perspectiva del individuo.


Podemos repasar y comprobar que existen multitud de ejemplos en la literatura en términos de contradicción. Sin ir más lejos, uno de los más famosos es Severus Snape, el hombre que pasó de villano a héroe desde el descubrimiento de su trasfondo. Snape decía odiar a Harry, por lo que dedicaba mucho de su tiempo libre a ser un cretino con él (y con cualquiera no Slytherin, gracias Rowling), diciendo que lo hacía debido al bullying que recibió de James en su juventud. Este planteamiento inicial lo perfila como un personaje complejo, de abusado a abusador, no demasiado sorprendente pero aceptable para ser algo más que el malo porque se necesita un malo. Pero después de la revelación de que su intención siempre ha sido procurar que Harry sobreviva, entendemos que él tiene otra visión e interpretación de la historia. Snape dice odiar a Harry, mientras hace todo lo posible por protegerlo y, al mismo tiempo, dice hacerlo por el recuerdo del amor a Lily.


¿Es Snape un personaje sin sentido? Desde nuestra perspectiva, sí. ¿Por qué iba proteger a alguien que odia por su parecido a James? Bien, desde la suya no es una postura contradictoria: lo hace porque Lily se sacrificó para que ese niño viviera.

La caracterización de un personaje se compone por cosas más allá de una descripción de su personalidad. La complejidad se logra a través de incidir en visiones distintas entre unos y otros, donde existan discrepancias notorias. Y no solo entre los personajes, sino con el propio lector/a.

A menudo ocurre que un autor/a se encapricha de un personaje (lo cual no calificaría de amor) y pretende que su lector/a lo alabe de más. De aquí nacen la mayoría de Mary Sue y Gary Stu… si es que no son un self-insert del propio autor/a. Los convierten en personajes buenos, amables y adorables (a ser posible con un pasado trágico que no merecían) para que el lector/a desee la resolución de sus problemas. Un magnífico ejemplo que siempre funciona es Bella Swan, la Marie Sue por excelencia que «nunca» mete la pata, excepto para tropezarse, y cuyo final feliz era totalmente merecido (JA).

Por estos motivos cuesta tanto encontrar personajes bien construidos que tengan discrepancia de opiniones respecto a ciertos asuntos y no por ello pertenezcan al bando de los «malos». Porque la empatía entre un personaje y el lector se logra más fácilmente a través de encontrar puntos en común que se identifiquen con él. ¿Cuántos libros os vienen a la mente de adolescentes que se encuentran en una situación de marginación en el instituto debido a que son los bichos raros? ¡A veces por la sencilla razón de que leen libros! Los autores/as se acogen a un estereotipo y lo dirigen hacia un público que se sienta como ese protagonista.


Nos cuesta aceptar que la empatía se siente con más fuerza en aspectos muy concretos que por una personalidad predefinida. En este caso, por ejemplo, porque el lector/a se ha sentido bicho raro en el instituto, y ya se espera que eso legitime todo lo que pueda hacer el protagonista. Os recomendaría El Ejército Negro para comprender mejor este ejemplo sobre la excusa, pero es una lectura que no aconsejaría ni a mi peor enemigo, el mata mosquitos.


La empatía, que refuerza la conexión entre el lector/a con el personaje y a su vez con la historia (más libros comprará, ¡ajá!) tiene que ser clara y directa. Las situaciones en las que surge son de repente identificables, como la muerte de un ser querido del protagonista. Lo sufre el personaje y el lector/a lo hace con él. Pero, ¿qué pasaría si hay determinados rasgos de este personaje que no toleramos? Como puede ser, por ejemplo, que una persona transexual homofóbica. Tal vez incluso tenga discursos o escenas terribles al respecto. Causaría una enorme contrariedad en el lector/a, que le entiende a un nivel emocional pero no a uno racional. Que, en otras palabras, el personaje no es de su agrado pero no puede evitar tenerle lástima por lo que le ocurre. Aún más simplificado podría decirse con la frase de «se lo merece».

Y que el lector/a dude no me parece en absoluto malo, sino necesario. La literatura como arte debe expresarse hacia el público para despertarle una serie de sentimientos. El autor/a puede querer manipular la situación para forzar a que su el lector/a despierte una determinada emoción, pero sólo hasta determinado punto. Al fin y al cabo, cada persona interpreta su realidad de una manera distinta y eso es impredecible.


La representación importa. Pero la representación como personas complejas y contradictorias es la que mejor refleja la realidad. ¿Alguna vez habéis leído de algún personaje transexual homofóbico? Yo no (de hecho, ya es raro y difícil que sea transexual). Ni estoy segura de que vaya a encontrarlo en los libros. En la calle, sí. Lo más parecido que he leído nunca ha sido en Horizonte Rojo en Rea Kerr, un personaje bisexual que es claramente racista.


Hablar de este tema parece que siempre deba hacerse con delicadeza, por si alguien va furibundo a escribirme puntos suspensivos en los comentarios. El colectivo LGTBI+ es una fuerza de unión de personas, compuesta por individuos tan complejos como los personajes de los que hablamos. Sin ir más lejos, existen corrientes que niegan estas etiquetas. Así que, ¿por qué no mostrar todas las caras? Y del mismo modo que me refiero a este colectivo, podría enumerar a muchos otros.

Por eso también es importante el mensaje que transmite el autor/a, la intencionalidad del mismo y las razones por las que lo comparte. Retomando el ejemplo del personaje transexual homofóbico, podría ocurrir que se mostrara como un miembro apartado de la comunidad LGTBI+, aunque eso no sería suficiente. Porque una se preguntaría cosas como ¿cómo ha llegado a pensar así? ¿Qué relación tiene con personas homosexuales?

En la entrada anterior hice una breve reflexión sobre el mensaje y las formas que tiene un autor/a de transmitirlo. Estas son las claves. Más importante a que salga un personaje pronunciando un discurso sobre el tema es que se el tema refleje en la historia. Este fallo está presente en Nos mienten, donde uno de los personajes, Cástor, habla sobre el poder y la subyugación de las masas mediante la alteración de la realidad (de sucesos que ocurren y no ocurren) y la protagonista lo piensa así:


«Nora no dice nada. Aunque siempre ha sospechado algo así, nunca lo ha creído posible. Todo el mundo decía algo parecido en las conversaciones de bar: nos vigilan, nos mienten, el hombre no llegó a la Luna, no queda petróleo, la humanidad ha crecido tanto que en breve nos tendríamos que matar unos a otros por los recursos, se han visto de nuevo ovnis volando en el cielo de la ciudad… Enfrentada a la evidencia, prefiere no pensar en ella». (p. 86)


Sin embargo, la historia aborda otros temas más principales como la superpoblación del planeta, en el que la vigilancia y la dominación racional (que no coercitiva) están en un plano distinto. Sí, funciona, me ha quedado claro qué es lo que el autor opina y lo que quiere decir. Prácticamente me lo ha masticado como si fuera un polluelo. Así que se puede considerar un método válido, aunque simple.

Personalmente me gusta la expresión de los autores/as a través de la contradicción, de todo lo que he explicado sobre el decir, el hacer y el trasfondo, porque es tan real como la vida misma. Un autor/a tiene la capacidad de elaborar un discurso y mostrar una acción o actitud que vaya en contra del mismo, evidenciando que la realidad funciona de una forma distinta.

En Regimiento monstruoso, Polly es otra de incontables protagonistas femeninas que se disfrazan de hombre para entrar en el ejército. Es un cliché tan manido que no requiere explicación. La sociedad lo prohíbe con un severísimo castigo, pero… En fin, por no entrar en spoilers, digamos que ocurre algo más que salvar a toda China de los hunos. El autor le da la vuelta por completo al estereotipo y consigue elaborar una historia coherente que se sustenta en este mismo mensaje.

Otro recurso que se suele emplear es el karma, para el cual estoy menos a favor salvo que se revista de una bonita ironía. Un personaje que afronte constantemente sucesos trágicos debido a sus malas acciones no tiene por qué hacerle cambiar o reflexionar sobre su actitud.

Para este caso se me viene a la mente Theon Greyjoy (sáltese este párrafo quien no haya leído Canción de Hielo y Fuego: Danza de Dragones). Es un personaje aborrecible, al que cogí muchísimo asco debido a su denigrante trato a las mujeres (y sí, sé que existen casos peores, a este le tenía especialmente tirria por la condición del personaje). En la actualidad de la historia, ha caído en desgracia hasta el punto de que le han despellejado y cortado varios miembros. En parte es irónico porque le han destrozado los genitales. Pero, y muy fuerte pero, este castigo lo ha recibido por parte de un hombre cruel, no por su mala conducta, sino por su falta de inteligencia en el juego político. Como todo lo que ocurre en el Juego de Tronos, vaya.




Estos son algunos ejemplos de cómo se entrevé al autor/a a través de sus historias, tanto en los buenos como en los malos motivos. La mayoría de las veces lo hacen de forma inconsciente, porque no reflexionan sobre lo que quieren transmitir. Por supuesto, hay casos de quienes son tan duchos en su arte que es imposible distinguir al autor/a entre las páginas, porque se pone mucho cuidado a que esto no ocurra.

¿Lo mejor es atisbar al autor/a a través de sus historias o no hacerlo? Diría que eso ya es opinión de cada uno. En mi caso prefiero verle las cartas, aunque disfruto igualmente de quien es capaz de plantear un tema sin decantarse por un lado. Pero también es una posición cómoda, donde no se interviene en el conflicto que se está reflejando por, seguramente, temor a que se malinterprete el mensaje.

Y es este temor lo que limita a los autores/as. Temer desnudarse demasiado ante el lector/a y que no glorifique su figura porque tenga discrepancias con él/ella. El hecho de escribir ya es una forma de mostrarse ante los demás, así que me parece una tontería. Y creo que una de las peores cosas que nos pueden ocurrir es tener fans ciegos (seamos honestas, nadie soporta esos fandom). No querráis una Misery en vuestras vidas.

Por otro lado, de buenas intenciones está repleto el mundo, aunque la caridad no es una forma de concienciación. Posiblemente nunca encuentre un personaje transexual homofóbico por el temor del autor/a a ser criticado por el colectivo LGTBI+. Y sin embargo, opino que se puede realizar sabiendo en todo momento de lo que hablas. Se llama fase de documentación y consiste en algo más que búsquedas en Google o Bing, en empatía y cercanía sobre lo que debates. Porque hablar de estos temas consiste en hablar sobre personas, a las que se les puede hacer un daño y hay que ser consciente de ello.

Escribir por escribir lo puede hacer cualquiera, y se le considerará escritor/a, pero no autor/a. Le importa mucho lo que escribe, pero poco quien lo lee.

A menudo leemos en nuestras reseñas que varias personas llegáis y nos comentáis que estáis de acuerdo o en desacuerdo con tal aspecto del libro reseñado, pero sorprendidos porque no habéis encontrado otros blogs que lo destaquen. Porque lo normal en una reseña es vender un libro, el marketing gratuito de las editoriales.


En este blog escribimos tres personas: Green, Rika y yo. Cada una tiene su propio barómetro de valoración de un libro y si yo re-reseñara algo de ellas, quizá destacaría otros aspectos o lo describiría más positiva o negativamente según mi parecer. ¿Por qué entonces decimos cosas diferentes a otros blogs? ¿Somos criaturas mitológicas con una visión más allá del ser humano? Sí y no. Somos una dragona, una hechicera y una hada. Y por encima de nuestras opiniones personales, tenemos en cuenta el valor de las historias por lo que transmiten y por qué lo quieren transmitir.


Nos llamarán haters y, ¿sabéis qué? Nos da igual. Nos importa más expresar nuestra opinión que los anónimos trolls. Y sobre todo, nos importa más tratar a la literatura como un arte que se debe criticar por lo que expresa y promueve que ir de puntillas por el pobrecito autor/a que no pretendía hacer apología de nada, ni reflejar ciertas ideologías. El problema no está en que no quiera, sino en que no haya sido consciente. En que se desquite esa responsabilidad porque una amable editorial le haya querido publicar su historia misógina, homofóbica, xenófoba, bla, bla, bla.

Si un autor/a tergiversa un discurso que no refleja la realidad para tener contento a su público, que sepas que la antropología también me ha enseñado varios ritos culturales para echar males de ojo. Cuidado conmigo.

Y recuerda tener siempre presente qué estás escribiendo. Y para quién.

2 comentarios:

  1. Un artículo muy interesante. No había caído en eso de las contradicciones, y la verdad es que nunca las encontramos en literatura, y eso que sería muy interesante. Es más, incluso si encontrara en un libro un caso como el que mencionáis de la persona xenófoba, seguramente mi actitud hubiera sido de rechazo, más que nada porque hubiera pensado "Esto es un error del autor, al principio nos ha dado a entender que este personaje es xenófobo, no entiendo porque tiene un extranjero trabajando en su casa, seguro al autor que se le ha olvidado que el personaje era xenófobo".
    Lo dicho, un artículo muy interesante ;)

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    1. Oh, lo del caso xenófobo es muy, muy común. Todo el mundo conoce personas migrantes, en cuanto te encuentras a alguien con un discurso muy negativo sobre ellos, basta indagar un poco para descubrir que conoce a unos cuantos (familiares que salen del país, compañeros de trabajo, etc.). Realmente fascinante cómo reproducimos discursos cuyas implicaciones no entendemos.

      Las contradicciones son interesantes pero complejas. Porque un personaje contradictorio tiene que tener una coherencia propia que lo justifique para ser así. Y tendemos mucho a hacerlo todo blanco o negro, sin grises de por medio. Lo importante es reflejar personas, no Mary Sues.

      ¡Gracias por pasarte y comentar! :)
      Atte. Lyra.

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