Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

domingo, 12 de febrero de 2017

Worldbuilding con ejemplos: creando dioses.


¡Bienvenidos a la Mazmorra! ¡Frederika a vuestro servicio!

No voy a dar una clase de cuántas mitologías puedes rapiñar para incluir dioses en tu historia. Eso lo tendrás que hacer por tu cuenta, hincando codos, leyendo y tomando nota de cómo se adora a los dioses dependiendo de en qué época y sector del mundo viva una cultura. O acudiendo a blogs que lo hagan por ti, claro, que Internet está para eso. Yo, por mi parte, quiero tratar unas cuantas formas, no todas, que hay de construir dioses, que no religión (eso para otro artículo). Y para ello usaré algunos ejemplos; unos menos conocidos y otros seguro que más. Cabe resaltar que vamos a hablar de dioses mayores que tienen una influencia directa en los orígenes de la historia humana o de la raza que puebla el libro. Es decir, aquellos dioses a los que se adora y que definen la cultura.

Evidentemente, puede haber otros desconocidos, como todos esos libros donde los magos, los vampiros, las hadas y demás existen pero los humanos no lo saben. Ya que se podría discutir el papel de ese tipo de recursos y hasta poner en duda si llegan a ser dioses, no los incluiré en este artículo. Vamos a andar por un terreno más conocido sobre la cosmogonía y cómo influencia eso al mundo.

Cabe advertir que habrá ciertos SPOILERS por las novelas que vamos a tratar. Así que cuidado a los exploradores de la Mazmorra.




—Cuando los protagonistas son los dioses


Los que escriben exclusivamente sobre dioses, dándoles protagonismo a estos, deben establecer las reglas esenciales e intentar no romperlas o nunca se podrá establecer por qué X dios gobierna si el vecino es mucho más poderoso —es más, ¿hay un gobierno de dioses? A lo mejor la historia se sitúa antes de que haya una jerarquía como tal—.

Si lo hacen, o si no definen por completo las mismas, puede que haga que el lector arquee la ceja con escepticismo, como cuando los dioses envían convenientemente a las Águilas a salvar al ejército de Aragorn frente a Mordor. Incluso George R.R. Martin, que defiende que la magia y los dioses deben ser algo misterioso y sin unas reglas claras que permitan entenderlos, sabe que tiene que haber un límite. Si los dioses pueden revivir a los muertos, será a cambio de un precio.


La cosmogonía exige reglas. Hay que definir la inmortalidad de los dioses, si acaso necesitan alguna clase de alimento, cómo manifiestan sus poderes, cuál es su aspecto, si tienen alguna clase de moralidad… Quizás, como en las novelas de Haruhi Suzumiya, Dios tiene el aspecto de una niña y es dolorosamente caprichoso. O puede que solo sean humanos con más poder del que deberían tener, como los griegos. O a lo mejor son una definición del conflicto del Bien y el Mal, como es el caso de Tolkien:



Seguro que la gran mayoría habéis ido a ver las películas de El señor de los anillos si es que no habéis leído los libros. Que Tolkien tiene uno de los mundos más ricos y desarrollados es de conocimiento general. Y eso que su mitología casi no se desarrolla en la trilogía, algo intencional como señala en su Carta 153:

There are thus no temples or ‘churches’ or fanes in this 'world’ among 'good’ peoples. They had little or no'religion'in the sense of worship. For help they may call on a Vala(as Elbereth), as a Catholic might on a Saint, though no doubt knowing in theory as well as he that the power of the Vala was limited and derivative. But this is a 'primitive age’: and these folk may be said to view the Valar as children view their parents or immediate adult superiors, and though they know they are subjects of the King he does not live in their country nor have there any dwelling. I do not think Hobbits practised any form of worship or prayer (unless through exceptional contact with Elves). The Númenóreans (and others of that branch of Humanity, that fought against Morgoth, even if they elected to remain in Middle-earth and did not go to Númenor: such as the Rohirrim) were pure monotheists. But there was no temple in Númenor (until Sauron introduced the cult of Morgoth).

La idea de la Tierra Media es, en realidad, muy básica y recuerda más a una época animista que a una medieval si hablamos en términos de dioses. Incluso si hay dos creencias conocidas, como la de Morgoth o la de Eru Ilúvatar, las divinidades tienen un papel muy secundario en El señor de los Anillos, por no decir que no tienen ninguno. Si bien Tolkien creó una mitología que se tornó, a propósito, un reflejo del catolicismo —así, sus seres espirituales son claramente santos y ángeles—, con una fe élfica que hace referencias a la Redención tan típica del cristianismo, decidió dejar todos los elementos estructurales fuera.

Eso no significa, sin embargo, que no haya una historia donde los dioses son los protagonistas. Quien haya leído, o haya perecido en el intento, el Silmarillion sabe que el trabajo de Tolkien es, cuanto menos, vasto. Una infinidad de nombres, relaciones, y guerras que vuelven ridículo el enfrentamiento por el Anillo Único se extienden ante nosotros. Puede parecer una pérdida de tiempo crear todo un panteón con sus leyendas, aventuras y demás si solo vas a darlo a conocer en una Biblia aparte, pero en realidad ese trabajo puede dar mucha riqueza a tu mundo… si lo dejas ver, claro.

Porque perfectamente puedes crear un mundo donde los dioses del Bien deciden no intervenir directamente —porque para qué hacerle fácil la vida a la gente—. Ese es el caso de la Tierra Media, donde los únicos aliados supraterrenales con los que cuentan los elfos, los humanos, ents, hobbits y enanos son los Magos, que son nada menos que ángeles «inferiores» o Istari. Y como sólo puede pasar en los trabajos de grupo, le toca cargar con todo a Gandalf. Así que los humanos tienen que hacer casi todo por su cuenta.

O también puedes hacer como Tolkien y crear dramas para tus dioses.

Eru Ilúvatar es el primer ser con conciencia en medio del vacío y decide crear diversos dioses menores: los Ainur. Estos se encuentran a su vez subdivididos en los catorce Valar o guardianes del mundo, que representan elementos básicos que todo jugador de rol reconocerá como la Tierra, el Mar, Estrellas, Compasión, Baile, etc. Entre los Valar, como corresponde a toda religión basada en la libre elección y que debe quitar responsabilidad a su Dios supremo, estaba Melkor/Morgoth —que tiene nombre de malo. Es como Maléfica, lo condenaron antes de nacer—, futuro Lucifer. No solo era hermoso sino el más inteligente y poderoso de los Ainur. Y no estaba de acuerdo con la melodía que tocaban sus hermanos y su padre/madre para crear el mundo, así que decidió convertirse en el elemento discordante de la historia.

Melkor según el fandom es un total dork y aquí aparece recibiendo clases de Galadriel
Por debajo de los Valar estarían los Maiar, de los cuales vendrían los Istari. Muchos se pasaron al bando de Melkor, entre ellos Mairon, también conocido como Sauron. Allá donde los Ainur crean a los enanos, los Ents o las águilas, Eru Ilúvatar decidió crear a los elfos y los humanos —los hobbits son una subespecie humana—, favoreciendo a estos últimos con la muerte. Yeah. En realidad se supone que al no estar, como tal, atrapados por la música que tocaron los Ainur, pueden construir un futuro propio (todo eso de la libre elección). Pero nada, que Eru es muy majo. Como un escritor que fastidia a sus personajes favoritos.

Pero Rika, ¿no eres de las que piensan que copiar el catolicismo y hacer como Rothfuss está mal? Sí, pero al menos Tolkien se molesta en entender que el catolicismo tiene muchos elementos no monoteístas y cuyo culto a los ángeles, la familia divina y los santos forman un equivalente de intermediarios con el Dios mayor y que eso, básicamente, es politeísmo. Así que no tiene reparos en mezclarlo con elementos paganos que vuelven rica e interesante el Panteón del Silmarillion. Igual que el catolicismo recoge elementos paganos, Tolkien picoteó de ideas viejas de las Islas Británicas así como del norte de Europa, dando una gran relevancia a la naturaleza que forma parte de su ciclo creador.

Lo fascinante del mundo de Tolkien es que, aparte de una importante vagancia para no crear una religión como tal, el Silmarillion nos permite ver la parte inferior del iceberg que casi nunca aparece en un libro porque no tiene sitio. Coordina y da sentido a su universo. Es más, muchos disfrutan leyendo el Silmarillion antes que El Señor de los Anillos. Probablemente novelas de estas historias se convertirían en la delicia de muchos, porque hablan de una época Mitológica anterior a la existencia humana y crean dramas encantadores entre familias, guerras y traiciones. Una de las que más disfrutan los fans es la relación entre Melkor y Sauron, condenados por el destino.

Can you feel the love toniiiiight?

Hablamos, pues, de una cosmogonía hecha y derecha como puede ser la Titanomaquia de los dioses griegos o el enfrentamiento contra Tiamat de los mesopotámicos. Así como la Titanomaquia define la creación de una jerarquía que luego imitarán los humanos, la división del tiempo y de los roles de género. La destrucción de Tiamat, por su parte, fue necesaria para poder crear un «lugar» donde luego pudieran vivir las personas ya que el mundo a estas alturas ni siquiera estaba definido.

A menudo este tipo de historias estarán protagonizadas por dioses arquetípicos, es decir, humanos, para que sus historias resuenen con nosotros. A decir verdad, veo pocas excepciones si se quiere tener de protagonistas a los dioses y contar una trama tradicional. No son las más habituales, como mucho encontramos deformaciones de la mitología griega, por eso casos como el Silmarillion, tan cuidado y denso, suelen ser una maravillosa excepción.





—Cuando un humano vive una era Mitológica

 

Dioses arquetípicos

 

Los dioses arquetípicos son los más habituales de la fantasía, como acabo de mencionar. Recuerdan al paganismo, a los santos y héroes, y resulta más fácil simpatizar con ellos por el hecho de que tienen claras características humanas. Son perfectos para hablar a grandes rasgos de la sociedad de la historia. Si el dios más importante es un Rey como Zeus e inmediatamente por debajo hay otros dioses varones que representan los elementos básicos del mundo —Cielo, Mar, Infierno— estamos en un universo patriarcal. En cambio, si la más importante es una mujer como podrían haber sido las versiones antiguas de Atenea, Hera o Deméter, entonces casi con seguridad la historia es matriarcal. O puede que tus dioses más importantes sean hombres, como Horus u Osiris, pero haya diosas realmente destacadas como puede ser Isis y me hables de una historia con una sociedad donde la mujer no está completamente sometida.



Dependiendo de las características de los dioses supremos estaremos en una sociedad guerrera, comercial o feudataria. No solo eso, sino que la cantidad de dioses influenciará en que tu sociedad sea más antigua y dispersa, con divinidades que probablemente comparten funciones entre sí, o en una más tendente a una organización religiosa si tienden al monoteísmo o, al menos, al gobierno total de un dios sobre los demás.

A menudo las historias de fantasía beben de estos grandes panteones, pero relegan a los dioses a un plano astral para que no molesten en su historia (como Tolkien). O solo están cuando al autor le apetece, bien sea para dar a luz a un héroe o para enseñarle el placer del sexo (¿verdad, Rothfuss?). Es lo que pasaba en la Dragonlance, es lo que ocurre un poco con El señor de los anillos y esas águilas que sí pero no, pero Gandalf es un maiar, pero Sauron es una representación de Lucifer, pero todo el conflicto de la Tierra Mierda es una mierdecilla en comparación con lo que ocurre fuera…

Es decir, que los dioses existen, pero no forman parte activa de la cultura o ya han tenido su historia aparte donde han sido protagonisas. Y, sin embargo, la definen. Hay una diosa de las estrellas, otra del sexo, un dios de la guerra, una diosa de los partos, otro de la muerte, y un largo etc. Son dioses que ordenan el mundo y, ante todo, construcciones antropomórficas porque crean todo a su imagen y semejanza. Así que en realidad no deberíamos hablar de antropomorfismo sino de humanos con forma de dioses. Pero bueno.



Hay mil libros donde los dioses, sin embargo, están presentes. Gailman tiene muchos ejemplos, pero como son novelas underground, prefiero dejarlas para otro momento. Vayamos mucho más atrás. Vayamos a la Ilíada —y luego podéis pensar en la Odisea, donde el papel de los dioses es inferior— por ser un ejemplo conocido.

Ciertamente, este interminable poema épico está protagonizada por héroes y habla más de los humanos que de un conflicto metafísico. Sin embargo, al ser los dioses como son, su existencia nos dice mucho y define cómo se resuelve la guerra de los héroes.

La guerra de Troya se inicia porque Zeus era demasiado cobarde para enfrentarse a tres diosas muy peligrosas. Durante un banquete al que no fue invitada Eris, señora de la Discordia, decidió lanzar una manzana a la mesa. En ella estaba escrita la frase: para la más bella. Topicazos machistas aparte —eran griegos, ¿qué os esperáis?— sobre cómo las mujeres pueden enfrentarse entre sí por algo tan tonto como definir cuál es más hermosa, resulta divertido ver cómo las dignas Atenea y Hera se arrojaron sobre ella al mismo tiempo que la poderosa Afrodita. Como se arriesgaban a invocar un Ragnarok que no correspondía a esta mitología, le tocó a Zeus decidir a quién correspondía la manzana. Pero en cualquier caso iba a ganarse el rencor de dos de ellas —aunque el de Hera ya lo tenía, así que digamos que solo de una—, así que escurrió el bulto e hizo que fuera el hermoso príncipe Paris quien eligiera. Es maravilloso ver que el dios griego, el supremo Padre, es un cobarde egoísta. ¿Cómo no va a estar el mundo tan hecho desastre si tu organizador del Cielo y la Tierra es así?


Cada diosa le ofreció a Paris algo diferente; gobierno, inteligencia, una novia sexy, y Paris escogió esta última opción. Curiosamente, a Paris se lo critica por ser superficial pero a Zeus no se le dice nada.

Así fue como luego secuestraría a la mujer más bella, Helena, y daría comienzo a una terrible guerra que duró diez años.

Podríamos decir que los dioses actúan como meras metáforas de debilidades humanas y tendríamos razón. Son una supra-representación. Pero también se trata de personajes que se pelean entre sí y tienen bandos determinados. Atenea y Hera, por ejemplo, hacen lo indecible para destruir a los troyanos. Afrodita salva en una ocasión a Paris de morir en el campo de batalla y lo devuelve al palacio, al lado de Helena. En el famoso enfrentamiento entre Héctor y Aquiles, el primero sale huyendo porque sabe que no puede vencer a su rival. Tras dar varias vueltas a Troya con Aquiles pegado a sus talones, Atenea se harta y decide disfrazarse y aparecer para desconcentrar a Héctor y que tenga que frenar su carrera. Así lo fuerza a hacer frente a Aquiles. Tetis suplica por su hijo y su insistencia en volverlo invulnerable influye en cómo se desenvuelve Aquiles en la guerra. Zeus se harta de que sus dioses se peleen por los bandos y ordena que retiren su apoyo —y no le hacen ni caso, lo cual nos habla del escaso control que Zeus tiene sobre las divinidades, que no son más que representaciones humanizadas de emociones o papeles humanos—. Apolo, defensor de Troya, arroja fuera de las murallas a Patroclo cuando este intenta treparlas en varias ocasiones y así el joven amante de Aquiles es asesinado.



Los dioses, por tanto, tienen poder e influyen directamente en el devenir de los acontecimientos. No se limitan a asomarse por las nubes y a dejar que alguien diga «fue la voluntad de dios y no un recurso pobre de escritor». Podríamos hacerlos invisibles y decir que la caída de Patroclo fue mala suerte, que Afrodita solo es el nombre que se le da al impulso sexual. Y estaría bien. Pero si van a ser personajes, si tus protagonistas se mueven en una era Mitológica, entonces tienen que tener sus conflictos, como los del Olimpo, sus manías y sus preferencias.

Es decir, tus dioses arquetípicos tienen que ser muy humanos y reflejar la sociedad que dominan.


Dioses independientes



Puede que no quieras dioses arquetípicos. Puede que no te apetezca crear un Panteón que la humanidad refleje. Diantres, puede que quieras a una divinidad femenina en un mundo machista o un león protector que es amiguito de las amazonas. Es decir, que tengan influencia y directa por su existencia y sus acciones, pero no tengan que ser obligatoriamente humanos.

Entonces lo que quieres no son tanto dioses creadores como simplemente divinidades independientes. Un buen ejemplo es La reina de la laguna, de Kai Meyer. Se sitúa en un universo fantástico alternativo donde el imperio egipcio perdura en el siglo XIX y se ha lanzado a una conquista de todo el mediterráneo con sus esfinges, sus naves voladoras que se mueven gracias a luz solar y sus momias. La República de Venecia es la única que resiste esta invasión gracias a la presencia de la Reina de la Laguna, una antigua entidad que impide que invadan sus aguas. Sin embargo, unos Senadores son seducidos por los espías egipcios y consiguen capturar a la Reina, nada más que una esencia de agua. La protagonista, Merle, acaba bebiéndosela y así comienza su aventura para encontrar una forma de proteger Venecia ahora que la influencia de la Reina ha desaparecido.



En este mundo, el Infierno también existe —pero no Dios como tal, aunque se mantienen las iglesias—, si bien no es un ejemplo literal del bíblico. Los demonios se ofrecen a hacer pactos con los venecianos y la propia Reina apoya esta idea. Pero al haber un gran odio por el aspecto repugnante que tienen los enviados del Diablo y, ya que los venecianos creen literalmente que la Reina siempre estará para protegerlos de la influencia maligna de los egipcios, rechazan el trato. Merle y compañía se proponen hablar con el Diablo, que quizás no sea un ángel caído y haya una mitología diferente que los humanos han adaptado como han querido, para intentar ganar su amistad una vez más.

Si hablar de una Reina que cabe en un tubito y de un Diablo no os parece suficiente para entender que hay dioses que han adoptado roles por su propia voluntad, podemos pensar en otros más «primordiales». Las estaciones Invierno y Verano están personificados en esta historia y presencia o ausencia es decisiva en el argumento. Cada pueblo mágico que aparece en La reina de la Laguna, además, tiene sus propios dioses, que los han abandonado o que son tan viejos que no intervienen en sus asuntos.





Estos dos ejemplos son muy superficiales porque, al fin y al cabo, destripar un libro o un poema épico paso por paso llevaría siglos (o una reseña laaarga). Además, todo depende mucho de la clase de dios que estés usando. Los de la Ilíada y los de Kai Meyer no son omniscientes ni tampoco todopoderosos porque, entonces, abarcarían demasiado. Además, no serían interesantes ya que pretenden formar parte del mundo en el que participan. Si los dioses han de caminar entre los humanos y mezclarse con sus historias, entonces deben tener fallos.

A lo mejor tu personaje está favorecido como Paris por Afrodita —y aunque uses Deus Ex Machina, que en realidad no lo son si defines los poderes de tu dios, el favor de esta diosa le traerá muchos más problemas, e incluso la muerte, que alegrías— o a lo mejor le odia Atenea. Puede que sea el hijo de una nereida y está destinado a morir joven, como Aquiles. O es posible que simplemente haya tenido la mala suerte de nacer hermosa por ser producto de la violación de un dios y que una diosa decidiera elegirla para sus tonterías y el mundo entero decidiera odiarla por querer sobrevivir cuando su legítimo marido vino a matarla por ser secuestrada. Quién sabe.

En cualquier caso, si los dioses son justos o injustos, su papel en el mundo e incluso el hecho de que tengan género influenciará definitivamente a los protagonistas.


—Cuando los dioses existen y no son los mismos que los de la religión oficial



Personalmente me fascina cuando se toma como ejemplo nuestras religiones para hacer una suerte de crítica social —es decir, haces algo más que copiar el cristianismo porque es más cómodo— sin que sea algo literalmente plasmado.

Cuando leemos Canción de Hielo y Fuego vemos que la Fe de los Siete tiene sus claras características y multiplica el esquema trinitario cristiano, incluyendo tres aspectos femeninos, tres masculinos y uno extraño que obedecen a una representación cultural. La Vieja, la Madre y la Doncella representan ejemplos típicos de la sociedad machista referentes al amor por los hijos, la castidad y la inocencia. El Padre, el Guerrero y el Herrero, aparte de ideas patriarcales familiares, son un claro ejemplo de diferencias jerárquicas de la sociedad de Poniente. La compleja estructura de la Fe de los Siete, con sus septones, recuerda a la iglesia católica, igual que la fe en el fuego purificador de R’hllor y su idea del elegido es el mesianismo de muchas religiones. La religión de las Islas de Hierro directamente tiene el elemento de fanatismo y bautizo en el mar —típico del cristianismo y otras religiones antes de que el número de fieles obligara a cambiar el sistema y a usar pilas de agua en vez de llevar a ciudades enteras a ríos— pero con su propia personalidad.

Todos son elementos reconocibles a los que nos podemos aferrar pero sin que sean tan poco imaginativos como El nombre del viento. Y, lo más interesante, es el hecho de cómo la religión de Poniente ha evolucionado hacia la creación de arquetipos y leyendas deformadas de las ideas originales. Por ejemplo, las ideas de los cristales o de los septos de la Fe de los Siete se han creado con el tiempo para simplificar la representación divina y sus ideas jerárquicas alejadas del animismo más típico de la religión del norte, por ejemplo, hablan de un buen planteamiento histórico —aunque le falte bastante desarrollo dentro del libro—.


Y es que Martin ha dejado claro que los dioses existen en el mundo de Canción de Hielo y Fuego pero no responden a la idea que tienen los humanos de ellos. Que Melisandre llame R’hllor a la entidad de las llamas que responde a algunas de sus oraciones no significa que de verdad tenga un nombre o posea todos los atributos o la historia que la religión le ha impuesto. Que se intuya que hay de verdad una suerte de dios acuático que ha podido salvar a Caramanchada y le haya dado el poder de la profecía no implica que los Greyjoy estén en lo correcto al hablar de él/ella/ello.

Martin establece de forma muy, muy inteligente una evolución paralela. Por una parte, la existencia de unas entidades a los que los humanos pudieron adorar como dioses en el pasado pero cuya presencia en la historia es subsidiaria, porque están lejos de ser arquetipos antropomórficos. Son más seres que dioses. Por otra, los antiguos humanos los adoptaron como divinidades, probablemente por la idea de que si entregas algo a un dios superior, es decir, le haces ofrendas, no te hará daño. Con el tiempo, crees que si le haces mejores ofrendas, te hará algún favor. Y así nace la religión pasito a paso en la que desarrollas como te viene mejor un sistema y una idea de dios.

Melisandre cree conocer los designios de R’hllor —cuando es probable que ni tenga designios— y la entidad que conforman los hijos del bosque, una suerte de conciencia múltiple, que los humanos con cierta capacidad mágica como Bran siente, fue interpretada como los dioses que protegían el norte. En realidad seguramente nadie escuche las plegarias de Ned o los Stark, quitando aquellos con cierta capacidad de conectar con esta entidad.



De este tipo de dioses, que existen pero no son los que los humanos creen, pueden salir cosas maravillosas. Principalmente porque se centran en los humanos y la sensación de que el mundo gira a su alrededor. Si hay dioses, ¡por supuesto que se preocupan por ellos! Si hay dioses, ¡es evidente que crearon a la humanidad y todavía responden a sus plegarias! ¿Que cómo sabe el sacerdote que si giras cuatro veces alrededor de un templo, rezas nueve veces al día y ofreces un poquito de tu dinero cada mes harás feliz al dios? ¡No preguntes, las cosas son así!


Se puede crear una entidad como Gea que no siente interés por los humanos pero a los que estos adoran. O puedes tener de verdad seres antropomórficos, pero que han sido convertidos en dioses por sus fieles y con el tiempo les han dado unas características que no tenían al principio. El mejor ejemplo es investigar sobre la Virgen María y cómo pasó de ser la madre de un joven que murió por dar un mensaje, a ser la madre de un Mesías, a la Madre de Dios, incorrupta, virgen, que mantenía su himen incluso después de parir y de la que la religión dice que no tuvo más hijos, tema que todavía despierta enfrentamientos. Se la reza como intermediaria ante Dios y se cree sinceramente que su voluntad puede convencer a su hijo-padre de cambiar de opinión. Aparte de las implicaciones de politeísmo alejado de un monoteísmo con una divinidad omnisciente y omnipotente que tiene el papel de la Virgen, de su madre Ana o de los Apóstoles, si eso no es ascender en la jerarquía hasta el punto de que podríamos incluirla en el último apartado, no sé qué más podéis buscar. Bueno, sí. Podéis preguntarles a los religiosos por qué el árbol de Jesús es el de José y no el de María, ya que este no fue su padre.


Si quieres crear un sistema que hable más de los humanos que de la estructura «verdadera» de este mundo harías bien en investigar a George R.R. Martin, como ejemplo básico, para elaborar de forma paralela a los dioses, los creados por los humanos y cómo funciona la estructura de tu iglesia —si es que hay— respecto a la sociedad humana. Probablemente los dioses, entonces, no tengan verdadero protagonismo. Pero eso no los volverá menos interesantes.



—Cuando los dioses no obedecen a (nuestra) lógica


Cuando se crean historias de fantasía, siempre es a partir de nuestro punto de vista como humanos. Se busca la explicación para nuestra existencia, nuestro sufrimiento, nuestras habilidades, nuestra forma de funcionar como sociedad. Por eso los dioses suelen estar jerarquizados, justificando la existencia de castas como puede ser en la India o las familias patriarcales en el caso del Olimpo.

Así que supone un esfuerzo extraordinario huir de este modelo y crear algo diferente que no encaje en ideas humanas. Esos son los «Dioses», también conocidos como Primigenios, de Lovecraft. Luego sus discípulos decidieron crear un conflicto entre el Bien y el Mal, oponiendo a los Primigenios contra los Dioses Arquetípicos y creando un reflejo del catolicismo que no estaba tan claro en la idea original. En realidad, hasta cierto punto, incluso sin el trabajo de los aprendices del misógino maestro, los Primigenios de Lovecraft también sirven para elaborar cómo se apropia la humanidad de lo que es Extraño e intenta racionalizarlo. Por ejemplo, con las historias alrededor del Necronomicón, un libro que en teoría hablaría de ese mundo —es decir, trata de ponerlo por escrito y traducirlo a una mentalidad humana— y que vuelve loco a cualquiera que lo lee por el poder imbuido en sus palabras. O el hecho de que Cthulhu tenga el título de «sacerdote». Pero, a nivel general, funciona bastante bien.


Quedémonos, pues, con la idea básica del desconocimiento de los humanos de cómo funciona el mundo de los Primigenios. Porque el mundo lovecraftiano es uno caótico, sin sentido. Uno en el que miras al cielo, te das cuenta de su inmensidad y el horror que aguarda fuera. O te recuerda que quizás haya algo gigante bajo las profundidades del mar, que te devorará pero no porque seas tú, sino porque estás ahí y has sido lo suficiente estúpido o has tenido la mala suerte de pasar por una zona que sabes que está prohibida.

Porque, incluso si es por encima, la gente del mundo de Lovecraft es vagamente consciente de la existencia de estos dioses pero lo ignora en un intento de racionalizar lo inexplicable. Las religiones surgen como métodos de equilibrio, control y estructuración de la sociedad. Las de Lovecraft son pura locura, muerte y destrucción y no ofrecen nada excepto entrar a servir a un dios como Nyarlahoteph o Cthulhu, lo cual está muy lejos de ofrecer alguna clase de recompensa ultraterrenal. Casi resultan ridículas, vistas desde fuera, y es posible que los Primigenios, si es que le dedican algún pensamiento a los humanos, opinen algo similar.

Las fuerzas lovecraftianas son externas, aplastantes y el ser humano no puede controlarlas ni con ingenio, ni con ceremonias, ni mucho menos con ofrendas. Igual que casi todos los Viajes del Héroe nos ofrecen un triunfo, en Lovecraft casi con seguridad sabemos que los protagonistas van a sufrir muertes horribles y carentes de significado, más allá de que se lo suelen buscar por jugar con lo desconocido. Lovecraft rompe las reglas que conocemos para adentrarse en lo incómodo que es saber que no tienes ningún poder, que ni siquiera vas a poder escribir una historia que sea un drama griego que enseñe alguna lección excepto «no seas idiota, si ves algo que te da mala espina, corre. Si es que tienes tiempo, claro».


Lo bueno de Lovecraft es que puedes convertirte en uno de sus aprendices y, como muchos otros, simplemente copiar sus elementos y hacerle una oda. Lo malo es que es difícil salir de su sombra. Si utilizas tentáculos o entreabres una puerta y nunca terminas de explicar qué sucede en un relato —porque la imaginación es mucho más poderosa que una descripción de un conjunto de tentáculos, monstruosidades y demás. Nunca he apreciado los relatos de Lovecraft porque se basa en «y vi algo horrible», pero es cierto que, en escritores que saben hacer que te sumerjas en la historia, dejarlo todo en manos del lector es una gran elección—, probablemente no te consideren original.

¡Pero nada en este mundo es original! Y Lovecraft ha sentado una buena base si quieres entidades divinas pero que no tengan nada de humanas. Puede que seas como Stephen King, que no duda en inspirarse en Lovecraft y en todo lo que se le ponga por delante para narrarte escenas profundamente incómodas que te dejarán mirando debajo de la cama una y otra vez. O, en mi caso, se te pondrán los pelos de punta cuando te acerques a una alcantarilla.

El caso es: nosotros conocemos a nuestros dioses. Está todo bien escrito en libros como la Biblia o el Corán —aunque sean contradictorios—, narrado en poemas o en fábulas. Sabemos lo que cada dios nos puede ofrecer a rasgos generales. Los protagonistas de Lovecraft, de Stephen King y otros tantos cometen el error de creer que va a suceder lo mismo cuando se acerquen a estas divinidades. Que podrán comprenderlas, controlarlas o, simplemente, que su misma visión no va a destruirlos. Y se equivocan.


Para ello hay que jugar con lo desconocido y lo extraño, además del impacto de deconstruir todo lo que creemos saber. Si te metes en una historia de Freddy Krueger rápidamente captas las reglas. Es algo que buscamos en el horror. Cuándo nos van a asustar, cuándo va a venir el jump scare, la persecución o el descubrimiento. Y aunque es imposible abstraerse de esos elementos, a la hora de crear una mitología para estos dioses tienes que intentarlo. Importan más los vacíos, como hace el juego de Bloodborne, que lo que sabemos de ellos. No tiene que haber un por qué excepto en la forma de acceder —para que, al menos al principio, tu historia tenga un sentido. Si hay un dios encerrado en una torre, es interesante que tu personaje sepa cómo llegar hasta él por medio de rumores, de señales en el cielo o vete a saber qué—. No tienes por qué saber si el dios está triste o contento, por qué nunca se ha movido de esa torre o algo más que una intuición de que busca matarte, pero no los motivos.

En eso ayudan mucho los nombres. Buena parte de esta clase de divinidades no tienen, es impronunciable o… queda algo ridículo como Nyarlathotep. Quizás en inglés suene mejor, quién sabe. Pero es interesante cuando los nombres los han puesto los humanos y los dioses no responden a ellos, lo cual da un problema a la hora de realizar invocaciones pero… Si los dioses no obedecen a una lógica, ¿por qué iban a responder a una llamada?

Su número, jerarquía y demás datos probablemente quedarían mejor en secreto. A menos que quieras jugar con algo que no nos resulte comprensible o se nos haga muy inhumano, claro. En cualquier caso, la organización es algo muy humano. Cuanto menos se sepa de estas divinidades, más se arriesga uno a caer en un Deus Ex Machina, pero con más probabilidad podrá crear algo desconocido.


—Cuando los dioses son humanos


Dioses burocráticos


Uno de mis ejemplos favoritos para dioses «diferentes» viene de la mitología china y japonesa. Tienen seres creadores, sí, pero también la concepción de que cualquiera puede ser divinizado. Mientras aquí los romanos se peleaban discutiendo si se podía divinizar a Julio César, en China y Japón personas de gran inteligencia, habilidad o moralmente irreprochables, pasaban a convertirse en dioses a los que adorar. Un buen ejemplo es Guan Yu, de la época de los Tres Reinos, convertido en un dios de la guerra. O, sin ir más lejos, los estudiantes japoneses todavía rezan a un cortesano que fue increíblemente inteligente y que ahora es patrón de los que realizan exámenes.

De acuerdo a esta lógica, podemos encontrar historias como Doce Reinos. Aunque se habla vagamente de un dios creador que ha dado las leyes del mundo, hay otros mucho más cercanos y de gran poder, pero son dioses… burocráticos.


En esta historia los Emperadores son humanos que reciben el don de la inmortalidad para gobernar durante el mayor tiempo posible —porque la inmortalidad no implica super regeneración. Si te cortan la cabeza, estás muerto, seas Emperador o un plebeyo—. Pero, como no pueden hacerlo todo solos, con firmar un documento pueden dar y arrebatar el don de la inmortalidad a sus cortesanos.

Es decir, a esta gente se la cataloga como «dioses» simplemente porque viven muchísimo tiempo y se trasladan a vivir a altísimas montañas desde las que dirigen los reinos. Pero son humanos que pueden fallar y que, por lo general, deben trabajar duro para alcanzar su puesto. Esto obedece a una mentalidad china menos aristocrática que la nuestra, que crea una jerarquía completamente diferente que asciende por meritocracia. Cualquiera que superara exámenes en China podía acceder a puestos dirigentes, expulsando a los aristócratas hacia el campo para que no dividieran el reino con sus peleas por terrenos.

Ya que estos dioses pueden vivir cientos de años —en la historia de Doce Reinos, los Emperadores más longevos tienen seiscientos y quinientos años a la espalda—, sus conocimientos y la mística alrededor de ellos no hace más que incrementarse. El reino puede ser floreciente o decadente dependiendo de a qué se hayan dedicado durante su vida; a trabajar duro, a dejar que el reino se cuide por sí solo o a tener escarceos románticos. Teniendo en cuenta que las leyes divinas son relativamente duras y que el Cielo puede castigar al Emperador por gobernar mal y, por tanto, afectar al reino entero con toda clase de catástrofes naturales, el peso kármico de estos personajes es realmente divino. No olvidemos que los dioses griegos estaban sometidos a las Moiras y los nórdicos a las Nornas, entre otros. Los de Doce Reinos forman familias famosas y odiadas, se convierten en el centro de la vida de los plebeyos, que pueden condenar o adorar su nombre según les den un mundo más justo o injusto. Exactamente como cualquier otro dios, solo que en este caso estos no cuentan con la ventaja de la transformación, la omnisciencia, ni siquiera de la absoluta inmortalidad.

Pero, igual que en otras categorías de dioses, lo que importa es cómo lo consideren los humanos. Y son dioses hechos y derechos que han ascendido desde la mera posición humana.





Humanos con magia o telequinéticos de ciencia ficción


De la misma forma que en Doce Reinos los dioses son meras personas con grandes habilidades, en la historia de From the New World nos situamos en una era donde los humanos en su totalidad han adquirido monstruosos poderes. Sus cuerpos son frágiles, son egoístas e ignorantes, y tienen una sociedad controladora y obsesionada con una falsa paz, eliminando a todo aquel que puede resultar violento, porque la mera posibilidad de que estalle un enfrentamiento puede destruir ciudades enteras.

Dentro de este universo, los humanos gobiernan a otra sociedad inteligente denominada queerats o ratas engendro. Estas criaturas los veneran como dioses. Y, la verdad, para ellas lo son: un humano no tiene problemas en pestañear y destripar a una rata engendro si considera que supone alguna clase de problema. A menudo se muestra que los humanos deciden eliminar colonias enteras por un simple error que han podido cometer.



Al contrario que historias como pueden ser Steelheart o Mentes Poderosas, que se basan en la premisa de los Superhéroes que destacan entre la multitud o los X Men, donde son una minoría perseguida, From the New World nos habla de un mundo donde la gente con poder ha triunfado. Y aunque mantienen una «religión» budista, están acostumbrados a saberse los más fuertes e invencibles. Es más, su arrogancia podría suponer su caída algún día, como se señala varias veces a lo largo del libro. Como dioses caprichosos que son, moldean como más les apetece la naturaleza y han hecho que la evolución se acelere, hasta el punto de que en menos de mil años han surgido nuevas e imposibles especies en un mundo mucho, mucho más hostil que el nuestro.

Al ser ellos los protagonistas de la historia, resulta difícil verlos como verdaderos dioses, porque vemos sus intimidades y partes más repugnantes. Sin embargo, es una idea que puede extrapolarse en más lugares. A menudo los autores se limitan con el síndrome de X Men, donde los humanos corrientes son la mayoría y pueden tratar con un Panteón más cerrado. Sin embargo, a menos que se establezca este Panteón desde el principio, su sociedad no está habituada a reaccionar ante los Superhéroes o los Mutantes como dioses —aunque claramente lo sean, como podemos ver en este artículo de Malvael—. Aquí, en cambio, están seguros de su posición y no tienen, o no parecen tener, a nadie que intente reclamársela. Y eso marca la diferencia.



Y, si nos sentamos a pensar, ¿qué son muchos dioses sino humanos con increíbles poderes? ¿Cómo se reacciona ante un dios que no es inmortal y tiene una dinastía que lleva gobernando siglos? ¿Con un intento de destrucción o simple sumisión? Todo depende del punto de vista que se quiera imponer, pero os aseguro que From the New World da muchas respuestas maravillosas a este tipo de preguntas.

Así pues, el concepto de dios varía según la cultura. A veces mirar fuera de nuestros libros de siempre puede suponer un gran golpe de aire fresco.


Links a las imágenes:


http://wavesheep.deviantart.com/art/Silmarillion-Sauron-449768412

http://melkorwashere.tumblr.com/post/90397837334/accidental-meetings-in-valinor-little-galadriel

http://melkorwashere.tumblr.com/image/116509422389

http://melkorwashere.tumblr.com/post/132298149379/sketching-gandalf-and-gandalf-8-or-olorin-in

http://www.veritablehokum.com/comic/the-greek-god-family-tree/

http://alcoholicrattlesnake.deviantart.com/art/The-Mother-653495070

http://acicueta.tumblr.com/image/154570989628

http://aireenscolor.deviantart.com/art/The-Seven-619523254

http://dashadee.deviantart.com/art/Cthulhu-rising-488263710

http://sakonma.deviantart.com/art/Shinsekai-Yori-Milky-Way-Smile-363934785

6 comentarios:

  1. Yo tengo la duda de si un mundo con deidades que vienen de la propia humanidad, humanas que se conviertes en diosas, vaya, sin que haya nada superior es muy religioso o muy ateo (para estándares occidentales cristianos, que son los que mejor manejo). Por una parte existen deidades, pero por otra son entes con los que puedes interactuar y esa es la razón por la que está claro que existen. No hay nada en lo que tengas que creer mediante fe porque hay pruebas muy contundentes que percibes por tus sentidos. Es un tema sobre el que me parece interesante reflexionar y no lo veo mucho. Así como las consecuencias que tendría esto sobre las religiones y la vida de la gente corriente y moliente. Y otra idea que me fascina especialmente y no veo tratada demasiado es cómo se crearían las religiones más que las historias cuando estas ya están asentadas, especialmente en un mundo en que las deidades existen efectivamente.

    Por otro lado, gracias por el artículo. Personalmente me chifla que existan deidades, así como otras criaturas fantásticas y magia en general, en las historias. Pero es un tema que hay que manejar con mucho cuidado para que esté bien hecho. No es sólo lo que dices de caer en evidentes contradicciones, sino que las deidades tienen un altísimo peligro de llevar al marysueismo o a soluciones deux ex machina (valga la redundancia). Y también está el problema de que no puedes construir más allá de las limitaciones de la propia humanidad, me explico, somos seres humanos y por eso las deidades que creemos para nuestras historias nunca van a ser más de lo que podamos imaginar, igual que una personaje nunca va a poder ser más lista que la autora por mucho que esta insista en que en ultra superdotada. Eso obligará a que estén humanizadas siempre en cierta medida y o tienes una gran habilidad para hacer eso bien o van a quedar deidades muy patéticas (tipo que supuestos dioses inmortales de miles de años se comporten como adolescentes lloricas e impulsivos. Como odio eso) o incongruentes (razón por la que odio las deidades supuestamente omniscientes y omnipotentes, simplemente no es creíble porque no es algo que podamos asumir ni, por tanto, representar bien).

    En mi opinión, para crear estas cosas hay que tener primero muy claro qué quieres crear y hacerlo MUY bien o no hacerlo.

    Saludos. Gracias otra vez por el artículo. <3

    PS: Pues fíjate que lo que a ti no te gusta de Lovecraft es lo que a mi me gusta: sabe jugar con los silencios. Es muy consciente de que nada da más miedo que lo desconocido, que la sensación de que el/la personaje va a morir de modo horrible es más angustiante que mostrar la muerte en sí. Por eso es intencionadamente vago y deja que hagas el trabajo por él ya que es consciente de que no va a hacerlo mejor que tu. Me parece un arte que se emplea poco en la actualidad, donde parece que hay una obsesión por describir y que todo quede mascado y remascado.

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    1. ¡Hola Selenita!
      Gracias por leer <3
      Justo lo que comentas de las religiones me encanta a mí también y quería meditarlo en un artículo de religiones xDDDD. Porque sería muy diferente tener dioses antropomórficos a simples seres superiores. En el libro de La historia de tu vida, de Ted Chiang, hay un relato que trata la idea de que Dios existe y los ángeles (seres de luz) aparecen y destrozan todo cuanto tocan pero también pueden sanar por arte de magia o cegar, y cómo se puede ver el cielo o el infierno. Es muy, muy interesante cómo reacciona la gente y las religiones que hay cuando sabes con seguridad que existen los dioses y los ángeles y sus comportamientos no tienen una lógica humana.

      Cuando los dioses son humanos... Creo que es algo que, por ejemplo, se desarrolla bien en Doce Reinos, donde no hay religión como tal, sino un claro pragmatismo y respeto por los inmortales (u odio. Pero los tratan como superiores y algo aparte). Es un mundo chino, por otra parte, así que seguro que eso influye. Lo mismo con Shin Sekai Yori /From the new world, donde se refleja la vida de los dioses y no cómo ven las queerats a los humanos.

      Un poquito de cómo sería ese tipo de vida aparece en Dioses del Olimpo, de Javier Negrete (aunque es tan machista que no sé si te lo recomendaría). El videojuego de Dark Souls lo trata bien hasta donde llega, igual que Bloodborne (que es un mundo lovecraftiano) y se ve cómo se crean religiones y los designios de los dioses afectan a las vidas humanas de forma muy directa. Y hasta se insinúan historias de amor entre dioses y seres humanos. Si se me ocurren otros ejemplos te los diré por twitter (?)

      Y sí, siempre vamos a estar limitados de una forma u otra al crear dioses x_D. Personalmente no me molestan que sean Mary Sues si se enfocan como tal o que sean infantiles, si dan un mensaje (como las brujas de Umineko, que son prácticamente diosas, y tienen motivos para ser como son). Mira a Zeus, qué cosa más odiosa y aun así podría ser un personaje interesante en una historia XDDD. Pero sí, es cuestión de saber hacerlo bien, un poco como todo. ¿Hablas de algún dios en concreto que no te guste? ¿Aslan quizás? (????)

      ¡Gracias de nuevo a ti por leer y comentar! <3

      P.D.: No, no, a ver. Me gusta la idea de los silencios, me parece una buena salida porque la imaginación es más poderosa a veces que la descripción (creo que lo comento en el artículo, creo). Pero el caso es que me gusta más en los aprendices de Lovecraft, en juegos como BLOODBORNE OMG que lo hacen genial o en gente como Stephen King. Vamos, en personas que considero que escriben de forma decente. Lovecraft no me ha parecido nunca buen narrador ni escritor. Habría sido un gran creador de juegos de rol, pero en cuanto se pone a narrar, a menos que sea un relato corto, me hace morir de aburrimiento. Sus ideas son muy interesantes y me gusta hasta cierto punto su universo (o las ideas que han nacido de este) pero su escritura, SU MALDITA ESCRITURA FALSA Y FORZADA, no xDDD.

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    2. Perdón por tardar tanto en contestar. Como normalmente os tomáis tiempo (no es una crítica, también lo hago) he dejado pasar el rato.

      ¿Verdad? Sería muy distinto porque en la realidad las religiones se basan en la fe, es muy diferente a tener seguridad de que algo es así. Las concepciones cambiarían muchísimo.

      Lo que quería decir es que cuando veo deidades que tienen de humanas me gusta que pueda sentir que son deidades y pueda respetarlas/temerlas como tales. A ver si consigo explicarme. Si están bien tratados para representar algo aunque sean muy poderosas e inmaduras no considero que sea un problema. Por ejemplo en el caso de la inmadurez puede ser muy útil para crear miedo y paranoia porque es aterradora una entidad que te puede aplastar sólo porque aburra, sin razón lógica aparente (lo que se escapa a la lógica da miedo por definición porque te desarma a la hora de reaccionar y es un tema que me gusta). Pero eso tiene que tener una construcción detrás y/o un sentido. Lo que no trago es que deidades humanizadas que supuestamente han vivido miles de años y pasado por muchas cosas no se comporten en consecuencia. Concretamente estaba pensando en el caso de la Saga Vanir, que me parece basura por el machismo y cómo esta hecha, pero una amiga tiene y la estuve mirado por encima un finde en su casa. Resulta que sale el panteón nórdico, y los dioses nórdicos también son muy humanos, pero siempre he pensado que incluso un ser humanizado que ha vivido miles de años debe tener una construcción acorde a eso para que me lo pueda tomar en serio (si yo he cambiado muchísimo en 5 años no me puedo ni imaginar la evolución y percepción de la vida y el mundo que tendría que tener detrás alguien de miles). Ahí los dioses se comportan como niñatos en el peor sentido posible. No que tengan caprichos o inmadurez, que también, sino que se cogen rabietas y razonan y se comportan como si tuvieran 13-15 años. Sólo tienen poderes para convenientemente arreglar todo cuando no se pueda. Eso me remató casi más que el machismo. No me los podía tomar en serio de ninguna de las maneras y la palabra que venía a mi cabeza era “PATÉTICO”.

      Si una deidad humanizada es ultra poderosa, pero tiene claroscuros o se emplea para hacer crítica/reflexión o es acorde con lo que se quiere contar no la considero Mary Sue porque una característica de estas que es son planas y la moralidad de su universo se define en torno a ellas. Y son odiosas por eso, no porque intencionadamente se las haya hecho odiosas. Aslan también me cae mal, pero es porque lo que me dicen de él no corresponde con lo que veo, ergo, lo percibo como una mala construcción y Gary Stu por estar para solventar todo.

      Las recomendaciones siempre son bienvenidas. Lo malo es que llevo bastante déficit de lecturas y juegos, sobre todo de esto último (no he jugado Bloodborne, por ejemplo) y no se cuando las podré atender.

      Gracias por contestar y espero haber sido capaz de explicarme algo.

      PS: Pues ahora me haces dudar porque lo leí cuando tenía 14-16 y en inglés y me atrapó muchísimo. No se me hacía nada falsa ni forzada. Igual con la traducción pierde o si lo releyera ahora me daría cuenta de fallos que no vi en su momento porque mi recuerdo está idealizado.

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    3. Nosotras, tardar en responder, qué dices (????)

      Vale, vale, ya comprendo. Esa necesidad de poner estupideces en los dioses que no deberían ir del todo con su personalidad o que no están bien elaboradas de acuerdo al argumento. Como tenemos muchos ejemplos para leer, no creo que sea taaaan difícil crear un dios relativamente interesante porque, al fin y al cabo, siempre responderá a nuestras ilusiones. Así que en general lo que pasa es que nos topamos con libros y personajes muy malos.

      Siento no haberlo pillado bien a la primera, te has explicado genial~

      P.D.: no sé cómo será en inglés pero creo que un autor que no se puede leer en voz alta sin ahogarte por el camino tiene un serio problema xDDDD.

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  2. ¡Guau, menudo artículo! Completísimo y super interesante. Me has dado muchas ganas de leer lo de 12 Reinos, eso de la divinidad por meritocracia es super interesante...
    Me hace gracia todo el hate que le haces a Rothfuss (¡tres veces a lo largo del artículo! lol). Sí, la religión esa de la rueda de hierro está inspirada descaradamente en el cristianismo, pero creo que estás siendo un poco injusta con el autor por dos razones: La historia ni siquiera está terminada (sería como decir que Tolkien es un vago con la mitología sobre su mundo antes de que se publicase el Silmarillion... no digamos ya antes de que esté terminada la trilogía original), e ignoras la parte más interesante de su mitología: Los faen o fata. Hay pistas en los libros sobre cómo los fata solo son humanos que juguetearon con la magia, cambiaron su esencia y sus nombres, y se hicieron un mundo más bonito y chulo. Felurian no sería una diosa del sexo, sería una de esas pobladoras que ha cambiado su esencia, a la que las personas de a pie han divinizado a lo largo del tiempo. Y eso sin meternos en el tema de la gran guerra, todo el tema de Lanre y Lyra, los Amyr, los Chandrian... decir que Rothfuss tiene un worldbuilding mitológico pobre e imaginativo me parece un poco injusto, la verdad.

    En cualquier caso, ¡me ha encantado el artículo! Dan ganas de ponerse a escribir una cosmogonía fantástica.

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    1. ¡Bienvenido a la Mazmorra don Anónimo!

      Ojalá te leas Doce Reinos (aunque solo lo encontrarás en inglés y en francés. Si estás muy desesperado y te gusta el anime, hay uno que cubre tres de los libros) porque se merece ser conocido <3.

      No creo que sea injusta con Rothfuss. Ya en dos libros ha tenido mucho, mucho, muuucho más espacio que Tolkien para desarrollar una religión (no he hablado de los fata porque, sinceramente, no me parecen ni interesantes ni originales. Además, si te fijas, critico la idea de la religión, no he dicho que sea un dios que exista o no porque no lo sabemos) interesante y no lo ha hecho. Ni siquiera las ideas presentadas sobre la guerra pasada, los traidores y todo eso son "buenas" (que tampoco malas) porque...¿los he visto mil veces en cientos de miles de historias? Le Guin desarrolló mucho antes la idea de los nombres; los japoneses también y Tolkien, cuando quiso, me presentó un mundo idealizado como el Silmarillion pero, como vio que no tenía lugar en la trilogía, no lo insinuó ni desarrolló. Que no sea innovador de por sí no es malo, pero como no se molesta en tratarlo, pues a otra cosa mariposa. Hay autores que lo hacen mucho mejor sin y sin necesidad de "copiar" el cristianismo aunque presenten poco de su cosmogonía. También para el papel que le da a Felurian casi preferiría que fuera diosa del sexo en vez de un ser divinizado al que se pone solo para que Kvothe se vuelva un machito encantador en la cama. Bonita forma de quitarle pasado a una diosa/mujer/lo que sea.

      No, en este blog no vas a encontrar a amigas de Rothfuss, como ves xD.

      Pero me alegra que el resto te haya gustado <3. Muchísimas gracias por leer y comentar y siento que no hayamos podido coincidir en este tema uwu.

      Atte. Rika~

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